Una característica habitual en paciente neurológico es la posible pérdida de fuerza en la prensión, que suele estar relacionada con el hecho de asir objetos. Por ejemplo, en procesos como ELA de inicio espinal, los pacientes pueden manifiestar que todo comenzó con la sensación de que se les caen los objetos de la mano, o en ictus, una afectación sensitivomotora común, es la pérdida de la capacidad de coger con la mano, muy limitante en las actividades de la vida diaria. De hecho, una medida en UCI sobre el estado general de un paciente que lleva ingresado muchos días en ella, puede ser la prensión de la propia mano. O incluso en los propios efectos del envejecimiento, puede observarse una relación entre la pérdida de fuerza de la mano con el aumento de riesgo de caídas (1).
Por tanto, una medida de valoración y de referencia en paciente neurológico, debería ser la propia fuerza de prensión, donde nosotros utilizamos el siguiente dispositivo de Kinvent: Grip dynamometer que habéis visto en la imagen principal, con la obtención de resultados objetivos.
Lo interesante viene cuando existen asociaciones predictivas entre aspectos que quizás de un inicio nunca se plantean que puedan tener correlación, como es la fuerza de prensión con la función pulmonar o respiratoria (2)(3). En este estudio se demostró que la fuerza de agarre está asociada con la función pulmonar (concretamente con FVC, FEV1, PEF, MIP, MEP) en pacientes con ACV mayores de 50 años. Es decir, la capacidad ventilatoria máxima, la fuerza espiratoria en el primer segundo, fuerza máxima inspiratoria y espiratoria, se vieron asociadas a la pérdida de fuerza generalizada, lo que obtuvo una correlación con la fuerza de prensión.
Ahora bien, una vez valorada dicha fuerza, ¿Cómo la entrenamos? Pues podemos plantear varias opciones:
Terapia de espejo y fuerza en la mano (4): donde se utilizó el uso del espejo sobre el lado menos afecto realizando fuerza isométrica para la ganancia de la propia, valorando cuestiones funcionales tras el estudio, en ambas extremidades superiores. Además, se valoró si se obtuvieron resultados en la propia mano parética, sin grandes diferencias a nivel estadístico.
Tareas específicas y fuerza en la mano (5): se realizaron dos grupos de trabajo, donde se hizo un trabajo excéntrico de la extremidad superior junto con tareas específicas de agarre, y el segundo grupo lo hizo a la inversa. Se obtuvieron resultados relevantes en ARAT (a nivel funcional de la extremidad superior) junto con fuerza de prensión en ambos grupos.
Entrenamiento de la fuerza de la mano (6): El entrenamiento de resistencia progresiva es una intervención común para las deficiencias funcionales tras un ACV. Los Ensayos Clínicos Aleatorios (ECA) muestran beneficios para la recuperación funcional después del entrenamiento de resistencia de alta intensidad, recomendándose incluso en Guías de Práctica Clínica tras un ictus.
Control motor de la propia mano (7): La mayoría de los parámetros de ejecución del movimiento del brazo mostraron relaciones de moderadas a fuertes con Fugl-Meyer y A.R.A.T, y en menor grado con M.A.L. El control del codo explicó en mayor cantidad la variación obtenida en los valores de las pruebas anteriormente mencionadas, junto con la fuerza de agarre. La única asociación fuerte después del entrenamiento se encontró entre los cambios en ARAT y las mejoras en la apertura de la mano (convencional) o la fuerza de agarre (respaldada por la tecnología).
Así pues, valorar la prensión de la mano no sólo se debe considerar como factor local, sino que puede ser indicativo de problemas a nivel de fuerza generalizados, problemas funcionales y participativos de la persona, y su entrenamiento puede ser decisivo para unos objetivos establecidos por el paciente.
Bibliografía:
(1) Muraki S. [Fall risk and fracture. The association of physical performance with falls in the elderly]. Clin Calcium. 2013 May;23(5):713-8. Japanese. PMID: 23628685.