Bien, en una postura, asimilando y fijándonos en el que consideramos normal, existe una colocación de una serie de estructuras que el sistema nervioso central realiza de manera automática, elementos como huesos, cartílagos, ligamentos, tendones y músculos (con su tono) que hemos ido aprendiendo durante nuestro desarrollo neuropsicomotriz.
Ésa colocación suele ser alineada, para buscar el ahorro energético así como la facilitación para poder reclutar tono y preparar el movimiento de manera más rápida y eficaz posible. Por lo tanto, el tono postural es la base de todo movimiento.
Cabe diferenciar, que existe en nuestro cuerpo la «convivencia» del tono postural dependiendo del objetivo que tenga la articulación en ése momento. Es decir, una articulación con un tono postural alto, dará una estabilidad para que otra con un tono postural más bajo pueda desarrollar un movimiento selectivo y más «fino». Por ejemplo, a la hora de escribir, tenemos un aumento del tono postural en la muñeca para que los dedos puedan realizar el movimiento selectivo de desplazar el bolígrafo sobre el papel y dibujar las letras. O el ejemplo del vídeo que os presento a continuación, el caso de éste paciente con falta de tono postural o estabilidad en la escápula para poder subir el brazo con menor tono postural:
Además, existen factores externos que influencian directamente en el tono postural general debido a la interpretación sensorial que ejecuta nuestro SNC gracias al envío de información de nuestros exteroceptores.
-La base de sustenciación: a mayor base, menor tono, y viceversa. Los pacientes que andan con el equilibrio alterado, suelen ir con amplias bases de sustención, muy relajados, pero a la que juntas ambas piernas, aumentan el tono postural de forma exagerada lo que conlleva a una pérdida directa de control. Otras bases de sustentación, como las sillas anchas o estrechas, repercuten en el tono al realizar una sedestación, así como otros muchos ejemplos que se os ocurrirán que sirvan de base de sustentación.
– Consistencia: cuanto más blando, menor tono, cuanto más duro, mayor tono. Por tanto, hay que tener en cuenta la consistencia donde esté el paciente. No es lo mismo tratarlo en la cama que en la camilla. Si tenemos un paciente al que necesitamos que gane tono postural para iniciar una bipedestación o una sedestación activa, necesitamos «sacarlo» de la cama, puesto que reclutará menor tono que desfavorecerá el cumplimiento de nuestro objetivo.
Cuidado en trabajar deambulación sobre colchonetas blandas con la idea de que son inestables, relajarán estructuras que no nos interesan y crearán mayor desequilibrio, además de aumentar tono de extremidades superiores.
– Grado de estabilidad o movilidad: a mayor estabilidad, menor tono, y viceversa. Aquí entrarían en juego los suelos inestables, como platos de Freeman o pelotas de Bobath, que generan una inestabilidad provocando el reclutamiento de demasiado tono, hecho que perdemos el movimiento selectivo y por supuesto la estabilidad.
– Las posiciones en el espacio y su relación con la gravedad: en decúbito supino y prono, menor tono postural. En sedestación relajada (menor tono) y erguida (mayor tono). En la bipedestación y el paso, mayor tono postural.
Dependiendo de lo que nos interese a nivel terapéutico, elegiremos la posición de trabajo que más nos interese. Si tiene un excesivo tono postural, buscaremos la postura que lo disminuya, como decúbitos supino y prono, y entonces iniciar el tratamiento adecuado para relajar estructuras.
En caso que lo tenga muy bajo y queramos aumentarlo, justamente haremos lo opuesto.
– En función de la utilización de objetos: cuanto más pesa un objeto, ya sabéis como funciona el tono. Cuanto más difícil sea el objeto de asir (por su tamaño, viscosidad, consistencia…) así como de manejar, mayor tono. No pidamos a un paciente que tiene un control del tono postural muy escaso, asir objetos muy grandes o muy pequeños, puesto que responderá con un aumento excesivo de tono que no permitirá el objetivo que le planteamos.
– Velocidad de ejecución del movimiento: cuanto más rápido es el movimiento, mayor tono y viceversa. No hace falta ser muy avispado para poner ejemplos. De hecho, en las movilizaciones de miembros espásticos, se recomienda que se hagan de forma lenta y pausada, estirando. Y para crear tono en extremidades hipotónicas, hay que aumentar la velocidad de movilización para dar respuesta tónica.
– Imagen que la persona tiene del movimiento: cuanto más difícil sea el movimiento que le pidamos o que perciba como complicado, mayor tono postural.
Si yo le ordeno que haga una flexión de hombro, junto a la rotación externa con una abducción todo combinado, son demasiadas directrices que desencadenan una reacción con aumento de tono, lo que perderá tanto el control como la calidad del movimiento.
– Factores psíquicos: el malestar, la irritación, vulnerabilidad, incomodidad, nerviosismo… mayor tono. Como ejemplo os expongo cuando bailamos con el/la chic@ que nos gusta por primera vez, ejecutar un movimiento se nos vuelve una tarea bastante difícil. O viceversa, en el caso que estemos tumbados en la playa escuchando las olas del mar sin ninguna preocupación, bajamos el tono postural de forma inmediata.
– Dolor y miedo a la aparición del dolor: aumenta el tono postural debido a la reacción de protección hacia ése miedo al dolor. Es típico encontrarnos con hemiplejias o hemiparesias que han cursado (por mala praxis en ayudas hechas por familiares, profesionales o quien sea) un hombro doloroso debido a la subluxación causada por tirar de ése brazo.
El tono postural ya veis que repercute directamente tanto en el movimiento como en la fase previa de ejecución, y trabaja codo con codo con la sensibilidad y la inervación recíproca para crear una coordinación en el movimiento que dará la armonía necesaria para que se ejecute nuestro objetivo planteado de inicio de forma mental o por orden externa.
Me explico, tenemos un control sensitivo-integrador-motor en equilibrio para coordinar la acción de un movimiento planteado por un estímulo intrínseco (pensamiento, sed, hambre..) o extrínseco (una orden verbal), que dependiendo de las condiciones de éste equilibrio tono-sensibilidad-inervación recíproca, podrá o no ejecutar el movimiento voluntario con una calidad u otra.
Si tengo una sensación anormal, tendré un tono postural anormal, que generará un movimiento patológico lo que nos llevará de nuevo a una sensación otra vez anormal.
Puedes iniciar éste círculo vicioso en la parte que quieras, según afectación del paciente.
Alteraciones de la sensibilidad (hiper o hipo), tono postural (hipertonía o hipotonía) movimiento alterado (como la alteración del intercambio agonista-antagonista que produce una coordinación anormal del movimiento, o lo que llamamos inervación recíproca)… todo afecta.
Un pequeño apunte, curioso me parece el caso de que cuando tenemos una correcta alineación, aumente nuestra sensibilidad o percepción del estímulo, hecho que repercutirá directamente a la normalización del tono postural y se podrá ejecutar el movimiento como normal.
Inervación recíproca: modulación de excitación o inhibición dentro del SNC, que lleva a una interacciónarmónica de la actividad muscular en patrones de movimientos selectivos.
Por último, os dejo con una frase que dijo Berta Bobath: «El tono postural debe ser suficientemente alto para actuar contra la gravedad y suficientemente bajo para permitir el movimiento».
Vaya crack!
Feliz lectura