Es común que ante la una patología que conlleve un daño cerebral se presenten alteraciones a diferentes niveles en el individuo, siendo de las más comunes las alteraciones del equilibrio y las dificultades o imposibilidad de realizar la marcha, siendo su recuperación parte esencial dentro del proceso de rehabilitación, ya que la recuperación de las mismas conlleva un alto grado de autonomía funcional (1).
Por ello, es muy importante tener a mano herramientas que nos permitan evaluar y objetivar datos con respecto al seguimiento y estado de estos parámetros, con el fin de clasificar y planificar dentro del proceso de rehabilitación, la obtención de medidas de referencia.
Una de estas herramientas es la escala de Berg, desarrollada en 1989, y que mide cuantitativamente el equilibrio, con validez, fiabilidad y alta sensibilidad para pacientes hemipléjicos así como de la tercera edad (2). Consta de un total de 14 ítems relacionados con la puesta en pie y diferentes movimientos una vez levantado, puntuando de 0-4. Si el resultado que se obtiene es de 41-56 puntos totales, presenta un riesgo bajo de caída, mientras, si está por debajo de 20 puntos, el riesgo es alto. Además, ésta escala también sirve como método de reevaluación para plasmar el progreso de la rehabilitación en el tiempo.
Otra de las pruebas más usadas es el conocido test de Tinetti, descrito en 1986, con el fin de detectar problemas de equilibrio y movilidad, así como determinar el riesgo de caídas sobre todo en grupos poblacionales de personas de tercera edad (3). Está formado por 2 subescalas, que evalúan equilibrio y marcha respectivamente.
Además se trata de un test que no requiere mucho tiempo, entrenamiento ni equipamiento, siendo sensible a los cambios clínicos y evaluando con precisión los parámetros de marcha y equilibrio mencionadas anteriormente. La primera subescala consta de 9 ítems con una puntuación sobre 16, y la segunda de 7 y puntúa hasta 12.
Es interesante comentar que en la evaluación de la marcha en el test de Tinetti no hay un análisis de esta como tal, sino que se enfoca en detectar problemas en esta y ver el desempeño en la capacidad funcional.
La cuestión sería: ¿Cuál de las dos utilizáis en vuestro día a día? ¿Cuál de las dos veis más útil para el paciente neurológico? ¿Ventajas e inconvenientes?
¡Animaros a comentar!
Autor: Alberto Santos, fisioterapeuta
Bibliografía:
1- Tyson SF, Hanley M, Chillala J, Selley AB, Tallis RC. The relationship between balance, disability, and recovery after stroke: predictive validity of the Brunel Balance Assessment. Neurorehabil Neural Repair. 2007 Jul-Aug;21(4):341-6.
2- Berg KO, Maki BE, Williams JI, Holliday PJ, Wood-Dauphinee SL. Clinical and laboratory measures of postural balance in an elderly population. Arch Phys Med Rehabil. 1992 Nov;73(11):1073-80.
3- Tinetti ME, Williams TF, Mayewski R. Fall risk index for elderly patients based on number of chronic disabilities. Am J Med. 1986 Mar;80(3):429-34.