Mucho se habla del posicionamiento perfecto sobre cómo sentarse en la silla de ruedas, si las articulaciones completamente alineadas a 90º, que si la espalda recta, que si los brazos en el reposabrazos… Y ésto genera algo de controversia acerca de mantener esa postura durante todas las horas del día, ya que montones de nuestros pacientes mantienen una sedestación constante a lo largo de todo el día, sea por la causa que sea. Ahora bien, ¿Qué debemos recomendar? ¿Existen realmente riesgos que podemos prevenir?.
Un estudio muy interesante (1) puede darnos alguna pista sobre cómo las personas que han padecido un ictus, tienen ciertos componentes que debemos tener en cuenta a la hora de sedestar una persona. El hecho es que en este estudio, se realizó un análisis de tres grupos específicos de personas, donde 2 de ellos se componían de personas que han padecido un ictus, y un grupo control formado por personas mayores con necesidad de utilización de silla de ruedas.
Dentro del grupo de personas con ictus, se realizaron dos subgrupos, unos con clínica espástica o hipertónica, y otros con clínica flácida o hipotónica. En ellos, se estudió un ciclo de inclinación del respaldo que pasaba de 100º a 150º, en dos tipos de asiento, uno normal y otro con un añadido en V en la base (V-shape), tal y como se muestra de manera esquemática en la siguiente imagen:
Además, se registró tanto el deslizamiento de la persona en la zona reclinable, así como la que conforma la base donde se sienta, teniendo en cuenta la presión del sacro en el asiento y la presión media de la sedestación completa.
Los resultados son relevantes, en el aspecto que las personas con hipotonía, tienen mayor riesgo en responder con mayores complicaciones clínicas que los sujetos con hipertonía y gente mayor (grupo control):
Diversos son los motivos, el primero es que el paciente hipotónico, al no poder controlar su postura, aumenta el tiempo de mantenimiento en una misma posición, y ello implica la adquisición de las mismas zonas isquémicas, generando respuestas de reducción del flujo sanguíneo en dichas zonas de contacto (menor oxigenación y menor aporte alimenticio) en órganos diana, como piel, hueso, nervio, músculo… Y eso implica nocicepción. Pero es que tal y como dicen los estudios (2) sobre compresión mantenida en el sistema nervioso, la reducción de la capacidad de conducción como respuesta a dicha compresión, junto con la reducción del flujo sanguíneo además del flujo intraneural (3), complica precisamente la comunicación entre un cerebro ya tocado de por sí por un ictus, con sus órganos diana.
Otro motivo es que el paciente hipotónico, al presentar un pobre control postural, tiende a deslizarse hacia la parte inferior del asiento (1) con lo que aumenta la presión en zona sacra y el efecto gravitatorio de la persona contra el asiento, añadiendo todavía más, presión en las zonas de contacto. Por ello, existe riesgo de úlcera en dicha zona. Por otro lado, el sujeto hipertónico, tiende a llevar el peso hacia las tuberosidades isquiáticas, con un menor riesgo de ulceración ya que tiene mayor capacidad de poder tanto deslizarse como incorporarse. Quien menor riesgo de todos los sujetos examinados, en dicho aspecto, es el del grupo control, quienes pueden modificar en cualquier momento, por mínima que sea su capacidad de control, las presiones en el asiento, siendo además ésta menor que en los dos grupos anteriores.
Por último, cabe destacar que el paciente hipotónico no tiene la capacidad de contraer la musculatura, y por tanto, ésta es precisamente fláccida, lo que implica una mayor exposición de estructuras (como por el ejemplo, el sistema nervioso o el propio hueso) a las zonas de presión. Sin embargo, y pese a que los sujetos hipertónicos tampoco tengan la capacidad selectiva de contraer la musculatura, al menos la mantienen contraída para poder protegerse del «entorno agresivo» al que se exponen, como las presiones de la propia sedestación. En resumen, la musculatura tiene la capacidad de proteger dichas estructuras, y si para encima no sólo de manera pasiva, sino que además activa (tal y como pueden hacerlo los sujetos del grupo control) reduce considerablemente cualquier riesgo añadido a estar todo el día en una silla de ruedas.
Por tanto y resumiendo, la necesidad de movilizar a un paciente hipotónico postrado en cama o silla de ruedas (presentación más común) es más que imperiosa, precisamente para evitar complicaciones de posiciones mantenidas (4) que generan aumento de presión en zonas ya de por sí delicadas (junto con la nocicepción implicada), y que complican la comunicación entre un cerebro lesionado y sus órganos diana. Si no mejoramos la periferia, puede que la parte central poco a poco «se aisle» en cuanto a la comunicación con sus órganos diana se refiere, y es por ello, que movilizar para mantener la salud del Sistema Nervioso, es un buen comienzo.
Bibliografía:
(1) Huang HC, Lin YS, Chen JM, Yeh CH, Chung KC. The impact of abnormal muscle tone from hemiplegia on reclining wheelchair positioning: a sliding and pressure evaluation. Eur J Phys Rehabil Med 2013 Oct;49(5):619-628.
(2) Kida K, Hara K, Sata T. Postoperative palsies of the common peroneal nerve and the tibial nerve associated with lateral position. Masui 2013 Feb;62(2):217-219.
(3) Wilson KE, Tat J, Keir PJ. Effects of Wrist Posture and Fingertip Force on Median Nerve Blood Flow Velocity. Biomed Res Int 2017;2017:7156489.
(4) Adedeji R, Oragui E, Khan W, Maruthainar N. The importance of correct patient positioning in theatres and implications of mal-positioning. J Perioper Pract 2010 Apr;20(4):143-147.