En el proceso de rehabilitación neurológica, el lenguaje no solo transmite información. También puede influir en la percepción, las creencias, la motivación y, en última instancia, en la recuperación funcional del paciente. Las palabras que elegimos como profesionales de la salud no son neutrales: pueden activar procesos de esperanza o, por el contrario, desencadenar un efecto nocebo que limite el progreso del paciente.
1. El lenguaje clínico: mucho más que informar
Comunicar un diagnóstico o pronóstico neurológico es uno de los momentos más delicados del proceso terapéutico. Estudios como el de Back et al. (JAMA, 2007) y el protocolo SPIKES (Baile et al., 2000) subrayan la importancia de una comunicación empática, gradual y centrada en las necesidades del paciente. Frases como “esto es lo que hay” o “no volverás a caminar”, aunque puedan parecer realistas, tienden a reducir la participación activa del paciente, sobre todo si no se acompañan de un plan de acción o alternativas funcionales.
En cambio, expresiones como “seguiremos trabajando con lo que tienes” o “vamos a ver hasta dónde puedes llegar” fomentan un enfoque de afrontamiento activo. La comunicación empática y respetuosa se convierte así en una intervención terapéutica en sí misma.
2. El efecto nocebo: cuando las palabras generan límites
El efecto nocebo es la contraparte negativa del efecto placebo. Se refiere a los efectos adversos generados por expectativas negativas. En el ámbito de la salud, puede desencadenarse por advertencias excesivas, lenguaje catastrofista o un estilo de comunicación fría y despersonalizada.
Estudios como los de Colloca et al. (2019) y Benedetti et al. (2013) han demostrado que el lenguaje médico negativo puede activar la amígdala y generar respuestas físicas reales: más dolor, más ansiedad, menor tolerancia al ejercicio y mayor abandono terapéutico.
En neurorrehabilitación, esto se traduce en pacientes que evitan mover un miembro por miedo a dañarse, que rechazan actividades por creencias limitantes, o que pierden la confianza en su potencial de mejora.
3. El peligro de quitar esperanza: pronósticos cerrados
Emitir un pronóstico cerrado o quitar prematuramente la esperanza puede frenar la participación activa del paciente y reducir el impacto de la neuroplasticidad. La esperanza realista, cuando se combina con información honesta y apoyo profesional, es una de las herramientas más potentes para mantener la motivación y fomentar la adherencia al tratamiento.
Henwood et al. (2018) señalaron que las expectativas positivas, aunque moderadas, aumentan el compromiso del paciente con la rehabilitación y mejoran los resultados funcionales. Además, diversos trabajos han mostrado que el lenguaje verbal puede modular incluso el rendimiento motor y la respuesta cortical (Stolz et al., 2022).
4. Depresión post-ictus: una barrera real a la funcionalidad
La depresión es una de las complicaciones más frecuentes tras un ictus o un daño cerebral adquirido. Numerosos estudios, como los de Ayerbe et al. (Stroke, 2014) y Medeiros et al. (2023), confirman que la depresión post-ictus se asocia con una peor recuperación funcional, menor participación en la terapia, aumento de la dependencia y peor calidad de vida.
Además, la depresión reduce los niveles de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), afectando la capacidad del cerebro para adaptarse y recuperarse. Por ello, evaluar y abordar la salud emocional del paciente es tan importante como trabajar la movilidad o la fuerza.
5. Claves para una comunicación terapéutica en neurorrehabilitación
- Evita etiquetas limitantes: en lugar de «ese brazo no se recuperará», opta por «vamos a trabajar con el potencial que tenga».
- Usa lenguaje funcional y proactivo: conecta las metas terapéuticas con lo que importa al paciente.
- Cuida el lenguaje no verbal: la postura, la mirada y el tono transmiten tanto como las palabras.
- No anticipes fracasos: reconoce la incertidumbre y ofrece apoyo continuo.
- Detecta y aborda la depresión: derivar a salud mental puede ser clave para la recuperación funcional.
Conclusión
En neurorrehabilitación, el lenguaje es una herramienta clínica tan poderosa como cualquier terapia manual o técnica de estimulaçión. Saber comunicar de forma empática, evitar el efecto nocebo y mantener viva una esperanza realista puede marcar la diferencia entre una rehabilitación limitada y una verdaderamente funcional. Porque las palabras también rehabilitan.
Referencias:
- Back AL, et al. (2007). Approaching Difficult Communication Tasks in Oncology. JAMA.
- Baile WF, et al. (2000). SPIKES: A six-step protocol for delivering bad news. The Oncologist.
- Colloca L, et al. (2019). Nocebo Effects: The Contribution of Clinical Communication. Science.
- Ayerbe L, et al. (2014). The natural history of depression after stroke. Stroke.
- Henwood B, et al. (2018). Client expectations in neurorehabilitation: A longitudinal study. Brain Injury.
- Medeiros C, et al. (2023). Depression and functional recovery after stroke. Front Neurol.
- Stolz C, et al. (2022). Verbal encouragement modulates motor performance. Neuropsychologia.