1.- La rehabilitación debe tener una perspectiva multidisciplinar: 4 ojos ven más que 2, y en este caso, cada área profesional observa posibles déficit o capacidades, las cuales deben ser valoradas, examinadas, objetivadas, tratadas y reevaluadas. Obviamente, el médico de referencia en esto de la neurología, es el neurólogo. Desde la perspectiva de la logopedia, se realiza todo el proceso de atención que hemos comentado, desde el prisma de la comunicación, así como el lenguaje y los posibles trastornos de la deglución, donde está ojetivado científicamente, que las alteraciones de la comunicación son el problema más discapacitante percibido por el paciente. Si seguimos con los componentes del equipo, otra área profesional importante, es la neuropsicología, quienes engloban toda la problemática de la cognición, o todos aquellos procesos mentales involucrados en nuestro día a día, como lo son la percepción, la memoria, la atención, la orientación espacial, etc. Además, en el equipo nunca puede faltar el profesional de la terapia ocupacional, donde se abordan las posibles problemáticas funcionales y de participación en las actividades ocupacionales de la vida diaria, siendo éstas analizadas, valoradas, objetivadas, tratadas y reevaluadas. Además, la fisioterapia es otra área profesional a tener en cuenta, donde se aborda la perspectiva del movimiento, desglosando cuál es a problemática subyacente que impide a la persona moverse de forma libre y sin restricciones. Sin duda, otros profesionales como el trabajador social, nutricionista, auxiliar de enfermería, cuidador… son otras áreas de las que por supuesto, pueden formar parte de ese equipo multidisciplinar.
2.- La rehabilitación depende de muchos matices: a la pregunta ¿se puede recuperar el 100% de lo que yo era capaz de hacer?, sólo se puede responder a la gallega: depende. Y depende de muchísimos factores, como los «pre-ictus», siendo los estilos de vida saludables o no, como elemento importante, ya que nos es lo mismo una persona sedentaria y fumadora, que otra que haya hecho deporte durante toda la vida y siga una dieta mediterránea. También del tipo de trabajo, de los hobbies, estrés, vida social, etc. Otros factores a tener en cuenta es «durante el ictus», y a ello me refiero a la extensión del daño, si es embólico o hemorrágico, si ha pasado mucho tiempo antes de que atendieran a la persona (tiempo es cererbo, como diría la Sociedad Española de Neurología), si lo atendieron a través del código ictus, tipo de intervención quirúrgica… Y por último, la fase «post-ictus», donde cabe destacar el tipo de cuidados recibidos, si ha iniciado una rehabilitación precoz, cómo está la persona a nivel emocional, psicológico, social, biológico…
3.- La familia es un elemento clave en la rehabilitación: la familia pasa la mayor parte del tiempo con la persona afecta, e incluso algunos asumen el rol de cuidador, por falta de recursos, por situación familiar, o por los motivos que sean. Es por ello, que hay que cuidar al cuidador, y con eso, los profesionales debemos tener en cuenta cuánta carga laboriosa supone ello, además de «educar» o animar a las personas de su entorno, a ser pro-activos. Es decir, pro-activo significa involucrarse de manera voluntariosa, y ello no implica realizar y sustituir todas las actividades que debería hacer una persona, sino animar y dar pequeñas ayudas en caso que fuera necesario, para que la persona lleve a cabo afanosamente toda la actividad que desarrolle en su vida. Hay que empoderar al afectado, que sea el dueño de su vida, que tome las riendas, aceptar y comprometerse. Así y sólo así, optimizará todos los aspectos a tener en cuenta en la rehabilitación.
4.- Los profesionales y las terapias tienen su importancia: ya hemos hablado del equipo anteriormente, donde precisamente el centro de todo es el paciente. Ahora bien, muchas veces nos encontramos en la tesitura de pacientes rebotados de otros centros donde eran atendidos por profesionales no especializados. Y es que esto de profundizar en los conocimientos específicos de la neurología, es laborioso, costoso (tiempo, economía, relaciones personales…) y supone un esfuerzo personal y profesional bastante relevante, para optimizar la atención hacia los afectados. No significa que los compañeros lo hicieran mal, sino que quizás no profundizaran lo suficiente en el caso que se nos presenta, perdiendo oportunidades de recuperación. Necesitamos el reconocimiento de la especialidad (de forma pública y administrativa) en todas nuestras áreas profesionales.
5.- La persona afecta como punto de referencia en la rehabilitación: de poco sirve una jerarquización del modelo multiprofesional a la hora de atender, sino que el paciente es el centro de atención. Todos los profesionales, aparte de empoderar al afectado, tenemos unos objetivos en común, y éstos son la independencia funcional (que la persona no tenga que depender en ningún aspecto de otra, ya sea físico, cognitivo, social…) y la autonomía (capacidad de tomar decisiones propias ante problemáticas que pueda tener en el transcurso de su vida). Remando todos juntos hacia un mismo propósito, contando siempre con los cuidadores, familiares y entorno más directo, ayudaremos realmente a las personas afectadas por un ictus.
6.- La sanidad pública se hace cargo, hasta cierto punto: en la entrevista me encontré con dicho planteamiento, y es que a nivel público se ha invertido mucho dinero en la especialización de atención inmediata, mediante el famoso código ictus. Además, también se notan las campañas de prevención para este tema tan delicado, ya sea mediante medios de comunicación, información en los mismos centros, etc. Ahora bien, parece que una vez se ha atendido a la persona en un plazo inmediato, posteriormente el sistema tiende a «expulsarlo» de la manera más rápida posible. Lo podemos analizar desde varias perspectivas. La primera, es que los pacientes son un gasto público, y generan consumo de recursos que a todos nos cuesta dinero (perspectiva gestión), ahora bien, dependiendo del tipo de intervención secundaria, seguramente ahorraríamos mucho dinero a las arcas públicas si se hicieran las cosas correctamente (intervención de profesionales de la salud), sobretodo en la reducción de consumo de pastillas. Lo segundo, es la falta de profesionales de la salud a nivel público, y a ello nos referimos a los involucrados en la rehabilitación, como podrían ser fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, neuropsicólogos… Y lo tercero, los putos recortes presupuestarios de nuestros mediocres políticos, que han supuesto una pérdida considerable en la calidad de atención a los afectados, y ello es repercusión directa en la calidad de vida de éstos.