La Práctica Clínica Basada en la Evidencia es un aspecto básico que debe servirnos de guía a los profesionales que nos dedicamos al mundo de la rehabilitación, puesto que formamos parte de las llamadas disciplinas de las CIENCIAS de la salud. Es decir, la necesidad de poner a prueba («evidence») constantemente los tratamientos que aplicamos a nuestros pacientes de la manera más objetiva posible, midiendo y registrando los posibles cambios tras nuestras intervenciones, serán de gran ayuda para la realización de una Práctica Clínica Basada en la Evidencia.
Por tanto, los estudios científicos, unos más rigurosos que otros sobretodo en metodología, nos llevan de guía para analizar los patrones característicos de los sujetos estudiados, el tipo de intervención realizada, la comparativa entre tipos de terapias y finalmente el resultado obtenido en un tiempo determinado.
Es por ello, que las revisiones de los artículos científicos sobre una terapia en concreto, o un conjunto de población a estudiar con similares características, recogen las intervenciones realizadas con la elección de los resultados más óptimos y estudios más recomendados, generando así grados de recomendación para un tipo de intervención u otro. Por eso, las Guías de Práctica Clínica son de los documentos con mayor evidencia disponible, y podemos encontrar muchas de ellas en español en la página de Guía Salud.
Pero cuidado, realizar una correcta Práctica Clínica Basada en la Evidencia, no significa depender solamente de los estudios científicos, es solamente un pilar de los tres en los que se sustenta. Otro pilar igual de importante es la experiencia del terapeuta, donde los años acumulados tanto de reciclaje profesional, como la práctica habitual con gran variedad de pacientes, confieren un perfil profesional que no puede recoger la misma Ciencia, por la gran cantidad de variables que se manejan en este aspecto.
Y por último, y no menos importante que los dos pilares anteriores, son las preferencias del paciente. Esto es igual de significativo que los plateados anteriormente, puesto que la persona que va a recibir el tratamiento, tiene unos objetivos específicos en su recuperación, unas expectativas de resultado poco manejables, un entorno que puede cambiar de la noche a la mañana, entre otras muchas cosas, como componentes biopsicosociales. Es lo que tiene tratar con seres humanos, y no con máquinas donde el planteamiento es de 2+2=4.