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Cómo Gestionar la Frustración en la Rehabilitación

Cómo Gestionar la Frustración en la Rehabilitación 1152 768 admin

Lo estaba haciendo bien ayer, ¿por qué hoy no me sale?” “Pensé que ya avanzaría más rápido.” “¡No puedo más!

Si te encuentras repitiendo estas frases, queremos que sepas algo muy importante: es absolutamente normal sentirse así. La frustración es una emoción frecuente e intensa en cualquier proceso de rehabilitación neurológica tras un ictus, una lesión cerebral o con enfermedades como el párkinson o la esclerosis múltiple.

Reconocerla y aprender a gestionarla no es un extra en tu recuperación; es una parte fundamental de ella. En este artículo, con la ayuda de nuestra neuropsicóloga, te explicamos por qué aparece y te damos estrategias prácticas para convertirla en una aliada en tu camino.


¿Por Qué Aparece la Frustración?

La frustración surge de la brecha entre lo que queremos hacer (lo que nuestro cerebro recuerda que podía hacer fácilmente) y lo que realmente podemos hacer en este momento. Es una reacción natural ante:

  • La fatiga: El esfuerzo mental y físico es enorme. Un pequeño esfuerzo ahora puede sentir como una maratón.

  • Los altibajos: La recuperación no es una línea recta. Hay días buenos y días malos, y estos últimos pueden ser muy desmoralizantes.

  • La conciencia de la dificultad: A menudo, la persona es plenamente consciente de sus limitaciones, lo que puede generar una gran angustia.


5 Estrategias Prácticas para Gestionarla

1. Reconoce y Acepta la Emoción

El primer paso es no luchar contra ella. No eres débil por sentir frustración. Nombrarla en voz alta (“estoy frustrado”) o anotarla en un diario le quita poder. Simplemente acepta que hoy es uno de esos días. Permitirse sentirlo es el primer paso para dejar que se marche.

2. Divide las Metas en Micro-Metas

¿El objetivo es caminar 10 minutos? Quizá hoy solo sea posible dar 5 pasos. Celebra esos 5 pasos como lo que son: una victoria. Dividir las tareas enormes en pasos diminutos y alcanzables evita la sobrecarga y te permite saborear los logros constantemente, por pequeños que sean.

3. Practica la Autocompasión

Háblate como le hablarías a tu mejor amigo en la misma situación. No uses un lenguaje cruel o derrotista. En lugar de “No sirvo para nada”, prueba con “Está siendo un día difícil, pero estoy haciendo todo lo que puedo. Mañana puede ser mejor.”. El cambio de lenguaje es poderosísimo.

4. Aprende a Hacer una Pausa Activa

Cuando la frustración suba como la lava, no insistas. Forzar solo empeora las cosas y aumenta el riesgo de lesión. En su lugar, programa pausas breves y estructuradas:

  • Respira profundamente 5 veces: Inspira en 4 segundos, exhala en 6.

  • Cambia de actividad: Si la fisioterapia te supera, para y dedica 5 minutos a una actividad cognitiva tranquila o simplemente escucha música.

  • Date un descanso sensorial: Beber un vaso de agua fría o salir un momento al balcón puede “resetear” tu mente.

5. Comunica lo que Sientes

No te guardes la frustración. Habla con tus terapeutas. Nosotros estamos aquí para ajustar los ejercicios, recordarte lo lejos que has llegado y apoyarte. Habla con tu familia o con otros pacientes que entienden por lo que estás pasando. Desahogarte reduce la carga de llevar eso en soledad.


¿Cuándo Pedir Ayuda?

La frustración es normal, pero si es tan intensa que…

  • Te impide continuar con tu rehabilitación.

  • Afecta constantemente a tu estado de ánimo, sueño o apetito.

  • Se convierte en tristeza persistente o pensamientos negativos.

…es crucial hablarlo con un profesional. La neuropsicología puede proporcionarte herramientas específicas y personalizadas para manejar estas emociones de forma efectiva. No es una derrota, es una parte inteligente de tu recuperación.


En Neurofunción sabemos que la rehabilitación es un camino de paciencia, valor y pequeños grandes pasos. Tus emociones no son un obstáculo; son una brújula que nos indica por dónde hay que trabajar. Si hoy has tenido un día de frustración, respira. Mañana es una nueva oportunidad para avanzar, y nosotros estaremos aquí para acompañarte.


¿Te has sentido identificado? No gestiones solo la frustración. Nuestro equipo de neuropsicología puede ayudarte a desarrollar estrategias personalizadas para tu día a día.

Solicita una valoración con nosotros y cuéntanos tu caso.

Consejos a tener en cuenta en el brazo pléjico tras ictus

Consejos a tener en cuenta en el brazo pléjico tras ictus 619 385 FisioAso

Suelen ser frecuentes las consultas por parte de familiares o cuidadores sobre el manejo de la extremidad afectada por las consecuencias de un ictus, donde muchas veces podemos estar haciendo actividades con la mejor intención, y acabar generando problemas en la persona afectada. Es por ello, que vamos a generar un pequeño listado:

1.- El primero y quizá el más importante: no dejar el brazo colgando. El brazo pléjico o hemiparésico de una persona afectada por un ictus, suele presentar lo que denominamos una hipotonía (bajo tono muscular) en la parte proximal del brazo, es decir, zona del hombro. Es por ello, que muchas estructuras pasivas, están soportando todo el peso del mismo debido a los efectos de la gravedad, tensando en mayor parte, a todo un sistema nervioso ya de por sí, lesionado. El paciente, precisamente para evitar una caída debido a ese desequilibrio que le provoca el peso del brazo, es muy característico que dirija tanto la cabeza como el cuello, hacia el lado contrario, para que haga un efecto de contrapeso. En esa situación, y con el mantenimiento en el tiempo de esa postura, puede llegar a influenciar negativamente en la percepción de la posición del mismo, llegando a considerar como normalizada o alineada dicha postura. Fijaros en la distancia que existe entre la oreja y el hombro, y veréis como en la zona afecta, hay mayor distancia que la del lado contrario. El mantenimiento de esa tensión constante, más los cambios estructurales de las articulaciones vecinas, generan cambios demostrados en la conductividad nerviosa, y ello implica que la señal que conecta el sistema nervioso con la musculatura, no llegue en las condiciones óptimas, y esto genere un desuso y una atrofia muscular que se puede traducir en la hipotonía que comentábamos anteriormente. Además, el mantenimiento de la tensión neural que hemos planteado anteriormente, está estudiado que comporta cambios tanto a nivel del nervio (mecanosensibilidad, reducción aporte sanguíneo, liberación sustancia P, reducción circulación intraneural…)  como a nivel del sistema somatosensorial (sensibilización central, plasticidad neuronal maladaptativa, liberación espontánea de potenciales de acción…).  Por tanto, ojo con dejar el brazo colgando a la persona cuando esté descansando (ya sea durmiendo, sentado, en la silla de ruedas, o simplemente tumbado) y dirija la cabeza hacia el otro lado, porque no es de extrañar que con el tiempo, desarrolle un incremento de la espasticidad a nivel distal (antebrazo, mano y muñeca) o un dolor de hombro que se convierta en una pesadilla para la persona.

2.- Cuidado en dejar el brazo debajo del cuerpo o aplastarlo: el hecho de que una persona se quede dormida encima de su propio brazo (decúbito sobre la extremidad pléjica), u otro ajeno a éste, es muy característico que se inicie un hormigueo de aviso conforme se está produciendo un daño inmediato o potencial, y de ello se encarga el propio sistema nervioso. El problema viene cuando existe una lesión en el Sistema Nervioso Central, que esa señal se produce por igual, pero el problema viene en la interpretación de ésta. Pueden pasar varias cosas, como por ejemplo, que la persona no la sienta, y sin embargo sí sienta posteriormente un dolor generado por el daño provocado. Otra situación que puede generarse es que la persona no lo perciba, y haya como respuesta un aumento considerable del tono muscular, en respuesta protectora tipo espasmo, para proteger una zona dañada. Que la persona sí lo sienta, pero no pueda moverse (imaginaros el agobio…) o sí sienta, tenga algo de movimiento, y poco a poco vaya pasando.

3.- Intentar no tirar del brazo a la hora de manipular a la persona: por los mismos motivos que planteamos anteriormente. Pensemos que el brazo no tiene desarrollado un control motor voluntario, es decir, que la persona no puede moverlo a su merced. Es por ello, que ese brazo está desprotegido por la presencia de una atrofia muscular ubicada principalmente en hombro y músculos que van hacia el cuello, con lo que ello implica que un plexo tan importante como el braquial, salga «a la luz» y se vuelva mayormente vulnerable a tirones, aplastamientos, retorcimiento, tracciones o cualquier manipulación que se nos ocurra. Además, también es característico que el propio paciente tire de la extremidad mediante el brazo que maneja, dándose estímulos de tracción que plantean consecuencias como el caso anterior. Por tanto, tengamos en cuenta dicha zona para evitar malos mayores, a la hora de levantar a una persona, ayudarle en los cambios posturales, ayudarle a sus necesidades básicas de la vida diaria como vestirse, asearse, ducharse…

4.- Darle tiempo en sus actividades fomentando el uso del brazo: es muy característico que los cuidadores, con la mayor intención positiva, ayuden en el vestido, higiene, alimentación o ducha de la persona afectada por un ictus, sustituyendo sin querer (vamos a dar el beneficio de la duda), cualquier tipo de acción, movimiento o decisión que tenga la persona acerca de esa actividad. Es por ello, que más vale dar pequeñas ayudas guiadas, aunque se tarde el doble de tiempo inicialmente, para fomentar el uso del mismo, ya que ello es una inversión de tiempo en un futuro, puesto que estás colaborando activamente a la recuperación del brazo del paciente, siendo igual o más importante que los mismos terapeutas. El uso de brazo, aunque sea de forma compensatoria inicialmente, es mucho mejor a todos los niveles, que no usarlo, donde el propósito final u objetivo a largo plazo es preferencial, comparado con el propósito inicial (que quede vestido lo más rápido posible).

5.- Higiene y complementos: es de cajón que la higiene es importante, y en las manos cerradas es muy típico que se acumule humedad, ya sea por el sudor, por un mal secado de la mano tras la ducha o lavado de manos, o lo que sea, generando problemática en la piel, sobretodo en los pliegues. Además, se debe tener en cuenta la longitud de las uñas o las pieles que se pueden formar. Otro tema y cuidado con éste, es que la presencia de anillos o pulseras suele estar desaconsejada, ya que muchas veces existen problemas con la formación de edema, y no sería la primera vez que esto generara algún que otro disgusto.

6.- Ferulaje: el uso de férulas es un tema algo controvertido, ya que es mejor que lo consultes con un profesional si la persona la necesita o no, debido a que debe ser una estrategia de abordaje personalizada, y a veces puede generar algún efecto secundario no deseado. Lo interesante del ferulaje es precisamente que evita que las deformidades articulares puedan ir a más, y muchas veces se busca una ganancia de rango articular a través del cambio dinámico de los tejidos. Hasta ahí todo correcto. La problemática viene cuando la férula supone una carga neural no deseada, manteniendo una posición de tensión que precisamente no gusta al sistema nervioso, con los efectos que hemos planteado anteriormente en el «brazo colgando», donde si no existe una descarga neural a nivel proximal, puede que tengamos respuestas en cuanto a dolor y aumento de espasticidad se refiere. Así que lo mejor, es que un profesional cualificado indique o no, el uso de la férula individualizada que evitarán retracciones de los tejidos blandos, siempre y cuando no exista un exceso de tensión neural que se pueda mantener en el tiempo.

7.- Moverse: la persona que está todo el día en la cama, o en la silla de ruedas o incluso pueda hacer pequeños traslados caminando, tiene la necesidad extrema de mover lo que llamamos el neuroeje. ¿Y eso qué es? Pues se considera neuroeje a la parte del Sistema Nervioso donde se originan los nervios «periféricos», es decir, a partir de la médula espinal (y sus meninges) hasta el encéfalo. Todo ello significa que la persona debe mover obligatoriamente el tronco, tanto en flexión como en extensión, en inclinaciones y en rotaciones. Así que en todas las actividades de la vida diaria planteables, ya sean básicas como el vestido, o más ociosas como jugar con los hijos/nietos, los movimientos activos de tronco deben estar presentes. Y estar presentes no significa que no necesite pequeñas ayudas, o que no los pueda hacer porque tenga la sensación de caerse, sino que el cuidador o profesional puede acompañar al movimiento para que no se produzcan accidentes, cubrir una zona no percibida con objetos firmes (por ejemplo, la pared o una persona) que le den una percepción de seguridad y tranquilidad, o simplemente movilizar a la persona con cuidado y supervisión de un profesional.

Seguramente nos dejemos en el tintero unas cuantas más. Profesionales que nos leéis, ¿podemos añadir más?

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