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marzo 2013

Huyendo de la mala neurorrehabilitación

Huyendo de la mala neurorrehabilitación FisioAso

Durante estos dos últimos meses he tenido alumnas del prácticum procedentes de la Universidad de Oviedo, donde realizaron estancias clínicas anteriormente en hospitales en los cuales se desarrollaba la labor de atender a pacientes neurológicos, con la pertinente neurorrehabilitación que los profesionales consideraban o que están formados en ella aplicando su actuación que consideraban oportuna. Curiosamente sólo atienden pacientes que hayan sufrido ACV, como si fuera la única afección en neurología a la que atender… Esta entrada va dirigida no hacia el sentido crítico, sino más encaminado hacia lo reflexivo, puesto que es muy común encontrarse con una serie de ejercicios que personalmente considero poco oportunos puesto que pueden llegar a ser perjudiciales, y realmente son los que más se desarrollan en hospitales públicos no especializados y que el profesional ha tenido que hincar los codos estudiando el temario de oposiciones quizás un tanto incorrecto. Pero vayamos al grano, os presento los clásicos de la neurorrehabilitación:

Ejercicios con poleas: empezamos fuerte, quizás es una pequeña manía mía u obsesión, pero colocar a un paciente con hemiplejia o hemiparesia, es a mi parecer un error. Primero porque, en caso de hemiplejia, el nulo control motor de la extremidad al realizar el movimiento autopasivo, que vendría a ser una repetida flexo/extensión en posición de abducción y roración interna, puede generar subluxaciones o lesiones por repetición de partes blandas. Me explico: la falta de reclutamiento de tono muscular en la zona proximal, en este caso el hombro, conlleva una movilización de elementos pasivos protectores de la cápsula articular implicando elementos como ligamentos, bursas, tendondes, etc. fomentando la laxitud de dichos elementos por la falta de contracción muscular que protege los elementos en caso de excesiva elongación. Un ejemplo más visual sería, cuando alguien se tuerce el tobillo y las estructuras ligamentosas junto con los husos musculares y los tendones (Órgano tendinoso de Golgi), envían señales propioceptivas donde se genera una respuesta rápida de contracción de los peroneos (para evitar la excesiva eversión). Ahora imaginaros que no tengo dicha respuesta por falta de reclutamiento de tono en peroneos, y vamos constantemente repitiendo el gesto lesivo… Imaginaros como puede acabar la articulación. Pues esa es la idea, hiperlaxitud ligamentosa, movimiento lesivo en tendón por repetición, inestabilidad articular y finalmente subluxación. No hay que olvidar que habrá además una respuesta inflamatoria, en la que corre peligro el desarrollo de un síndrome hombro-mano muy característico en la hemiplejia.
Por otro lado, a mi parecer, aplicar las poleas en hemiparesia (existe contracción voluntaria en la extremidad afecta) también es un error, y ya no me centro en la subluxación (que también podría desarrollarse, más que nada que no tiene por qué tener el reclutamiento óptimo en zona proximal), sino en generar un movimiento autoasistido que no tiene por qué ser activo del todo. Algunos podríais plantear como que el darle a las poleas se genera un movimiento activo, que conllevará a la puesta en marcha de programas motores y generarán la puesta en marcha de la neuroplasticidad. A lo que yo respondo… si no hay atención y concentración en la tarea, olvídate del aprendizaje motor, más que nada que el cerebro o sujeto no percibirá ni la sensación de movimiento ni las respuestas adaptativas a éste. No se generarán las nuevas conexiones activas, no habrá aprendido nada, no ha servido para nada la poleoterapia.

Exactamente el mismo concepto os puedo plantear en la rueda de hombro y el brazo pléjico/parésico… y ya con la mano atada, como en la segunda imagen…:

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Movilizaciones pasivas del miembro afectado: la terapia, en medida de lo posible, siempre tiene que ser activa. No sirve que en un hospital se desarrolle la tarea de movilizar todos los brazos o piernas pléjicas o parésicas de la misma forma y que el paciente acabe durmiéndose en la camilla (hechos verídicos). Aunque haya una terapia pasiva por la falta de control motor, se necesita siempre de la atención del paciente. El paciente necesita sentir la extremidad, integrarla en el esquema corporal, aumentar las aferencias y vías de entrada de información para que el cerebro las capte y pueda emitir una respuesta. Necesita escuchar, ver, hablar, cuanto mayor sea la actividad facilitadora, mejor. Eso sí, cuidado con la hiperestimulación, no pasemos a los extremos. Por tanto, hasta cuando trabajamos la extremidad de forma pasiva (para evitar aumento de espasticidad, deformidades, salud articular, riego sanguíneo y un largo etcétera), la necesidad atencional es fundamental, hay que implicar todos los procesos cognitivos que sean posibles, así que a dormir, en la cama, y de noche.

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Ejercicios autoasistidos: qué típica es la fotografía del paciente en decúbito supino cogiéndose de las manos (la sana a la pléjica) y haciendo el movimiento flexo/extensor, arriba y abajo, sin ningún tipo de interés, motivación o expectativa. Sobre el movimiento, ya he expuesto anteriormente lo que pienso, seguimos subluxando hombros, seguimos con pacientes atencionales sin interés en lo que están haciendo. Y además vamos a añadir un concepto más en cuanto a reflexión se refiere. ¿Qué hay del ejercicio con objetivo funcional? Es decir, muchos ejercicios en fisioterapia neurológica «convencional» están planteados para mover por mover, sin integrarlo en ningún tipo de actividad estimulatoria que pueda desencadenar un objetivo o expectativa que lleva a la motivación del paciente y así despierte mecanismos de neuroplasticidad correspondientes. Necesitamos realizar ejercicios relacionados con el hobbie o el trabajo del paciente, por eso deben ser incluidos en la historia clínica, porque estos implican movimientos conocidos, y por ende «almacenados», por el paciente, hecho que puede facilitarnos la recuperación. Además, si añadimos la puesta en común de objetivos, expectativas y la vuelta a la ejecución de sus hobbies, habrá mayor implicación que fomentará mayores cambios no sólo a nivel local y anatómico, sino a más niveles centrales y cognitivos que favorecerán mayores cambios, tanto a corto como a largo plazo.

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Ejercicio con el palo: más de lo mismo, actividad poco funcional que, por ejemplo, las T.O. no pueden integrar en las actividades de la vida diaria así como instrumentales o las que sean. Actividad repetitiva, valorando si hay una hipotonía de parte proximal con el riesgo de subluxación además de afectación de las partes blandas como dije anteriormente. Desmotivación, como es normal, de un ejercicio que poco aporta a la actividad que pueda desarrollar el paciente. Sigue siendo un ejercicio autoasistido, con lo que la activación de programas motores se ven mermados sin que haya contracción voluntaria.

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Marcha entre paralelas: muy característico en los hospitales. Ale, levántese y ande, que está entre dos paralelas que le dan seguridad y yo como fisioterapeuta le acompaño sujetándolo por el pantalón, curiosamente colocándose en el lado sano. Muchas cosas a tener en cuenta. Lo primero es si el paciente tiene una buena transferencia de paso sedestación a bipedestación (doy por hecho obviamente que tolera la bipedestación y la marcha como puede). Es decir, a la hora de levantarse, el paciente lo hará sobre el hemicuerpo no afecto, sin que haya una correcta carga simétrica de peso entre ambos lados, más que nada porque ni hay control motor y seguramente habrá alteraciones somatosensoriales del lado pléjico/parésico. Por otro lado, la realización de la marcha será con el típico patrón espástico o llamada en segador, lo que conlleva varias fases de la marcha completamente alteradas, habiendo mayor gasto energético además de un riesgo de caída importante. Es típico que apoye todo el peso en el lado sano, cogiéndose fuertemente de la barra, apoyando todo su peso allí (con inclinaciones de tronco, pelvis e incluso cabeza), llevando el brazo pléjico colgando y lanzando la pierna afecta cual péndulo hacia adelante. Hay que pensar que estos patrones característicos, si además vamos insistiendo en que marche sin hacer ninguna rectificación, el cerebro establecerá la denominada neuroplasticidad maladaptativa, es decir, habrá tendencia a repetir ese patrón de marcha cada vez que se ponga de pie, puesto que el patrón denominado «normal» (o el de antes de la lesión) deberá volverlo a aprender y tendrá que luchar (el programa motor) contra el maladaptativo. Y ya sabéis que el programa más repetido es el que tiene mayor fuerza y dominancia debido a las conexiones sinápticas prevalentes.

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Ejercicio con pelota en la mano: los terapeutas especializados en mano se llevan las manos a la cabeza, y no es para menos. No sólo porque no sirve de nada a nivel de rehabilitación, o ya me dirás como la flexión constante de dedos repitiendo el mismo patrón motor con el reclutamiento del mismo programa neuronal, cuán funcional es. Además, otro factor importante y que desencadena mayor espasticidad, es colocar una pelota en la palma de la mano y apretarla, estimulando la zona palmar hecho que desencadena el reflejo de prensión aumentando así la espasticidad. Como bien sabemos, los reflejos se ven aumentados debido a la desinhibiciónde la inhibición, es decir, las interneuronas que se encargan de reducir el hipertono muscular, por culpa de la lesión, han sido «anuladas» o dejan de trabajar. Por otro lado y ya para rematar la faena, la mano espástica característica suele presentar hipertono flexor, precisamente lo que estamos «trabajando» al apretar la pelotita, los flexores. En fin, mucho sentido no tiene…

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Bastón o muleta como protocolo: establecer como protocolo dar un bastón, bastón de triple apoyo o muleta, es bastante perjudicial para la rehabilitación. Lo normal es que a través de neuroplasticidad maladaptativa, integren el bastón en el esquema corporal, además de hacer todas las modificaciones a nivel anatómico (traslación del punto de gravedad todavía más hacia el punto de apoyo) así como fisiológico, se establecerán programas motores que dependerán directamente del uso del bastón, por ello ganarán inseguridad sin él debido al nuevo posicionamiento mecánico y nueva estructura cerebral, conxiones, conxiones, conexiones… En la imagen podemos ver cómo se ha establecido un tipo de maladaptación reclinado todavía más hacia el lado sano, ignorando casi la existencia del pléjico, y llevando poco peso hacia el afecto. Además, si tenemos en cuenta que gracias al peso y apoyo de una extremidad, tenemos información somatosensorial a la que podemos responder. Si no apoyo, pierdo flujo informativo de los mecanoreceptores, husos musculares, cápsula articular, ligamentos, órgano tendinoso de Golgi… lo que todavía dificultará más la integración del lado pléjico al esquema corporal, tanto en homúnculo sensorial como en el motor. Y si no integro, no muevo.

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Ejercicios de pie con empuje en cadera y hombros: muchas veces encuentro una tendencia a trabajar el equilibrio fomentando el desequilibrio. ¿Que tal si primero establecemos un control correcto del propio cuerpo en posición de equilibrio? Es decir, una posición característica del paciente con hemiplejia/hemiparesia es la desalineación corporal debido a un hipertono del hemitronco por sobreuso (el sano) y un hipotono del lado pléjico/parésico por desuso. (aunque los miembros estén espásticos, nada que ver) Esta desalineación tiene consecuencias brutales en la caída de la plomada, es decir, centros de gravedad desplazados hacia un lado con la alteración de la percepción de la línea media que ello supone. Si ya se nos presenta un paciente característico así, lo último que quiere es precisamente que le empujen, creando mayor inestabilidad y fomentando el miedo a la posible caída. Si además, tenemos en cuenta la afectación de una de las vías motoras primordiales, la vestibuloespinal, que se encarga de las reacciones de enderezamiento ante un desequilibrio, no aparecerá la rectificación de éste, lo que propiciará la caída del sujeto. Por tanto, el empuje no es precisamente una terapia deseada por el paciente, y no debería serlo para el fisioterapeuta.

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Andador: utilizar el andador en una hemiplejia/hemiparesia es un poco absurdo, más que nada que la afectación de la extremidad superior dificulta el agarre de éste, y se da una situación muy similar a la que he descrito en el caso del bastón, pero ahora estamos hablando de desplazar el centro de gravedad hacia la parte anterior.

Obsesión por rehabilitar la disociación de cinturas, sobretodo el braceo: no comprendo esa «obsesión» de rehabilitar la cintura escapular en la integración de la marcha, es decir, sabemos perfectamente que hay que bracear y disociar cinturas mientras andamos, pero no hasta el punto de realizarlo voluntariamente utilizando la vía corticoespinal. A lo que voy es que, en condiciones normales, se activa el braceo a una velocidad específica de la marcha, y no se hace de forma voluntaria, sino que es un movimiento pendular de los brazos que siguen a la cintura escapular. Mientras andamos, en ningún momento estoy pensando en llevar el brazo hacia delante o hacia atrás (excepto si estás haciendo la mili y tienes que hacer la marcha militar), sino que sale por el efecto de la gravedad, ya que el brazo sigue el movimiento de cintura escapular. Además, insisto, se desarrolla a una velocidad específica y ligeramente alta. En el momento que el paciente lleva a cabo la marcha, suele ser más bien a una velocidad baja, y si vosotros probáis de andar a la misma velocidad, estoy seguro que no os aparece el braceo, a no ser que lo actives voluntariamente, pero eso ya es otra cosa.

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Y hasta aquí puedo llegar, es una entrada más bien de opinión, ya que no me he puesto a buscar bibliografía, sino que el uso del sentido común con una base argumentada en neurología, da para reflexionar sobre algunas actuaciones profesionales desarrolladas en hospitales públicos. Algunos pueden plantear que es ser poco profesional criticar el trabajo de otros compañeros, y no es la primera vez que me pasa, pero veo mucho peor la mala praxis profesional hacia el paciente, la inmoralidad de no mantenerse reciclado y el perjuicio que puede generar a nuestros pacientes neurológicos. No quisiera caer en el «y tú más», pero si se opina con fundamento, con la base neurofisiológica que nos aporta la neurociencia, la  crítica constructiva hacia la profesión, ganamos todos, tanto profesionales como pacientes. No me enrollo más, si consideráis oportuna alguna aportación más a la entrada, bienvenida sea.
Saludos y feliz lectura.

 

 

Movimiento y dolor

Movimiento y dolor FisioAso

BFjVVYzCMAAWeBFEl fin de semana pasado, 16 y 17 de marzo, de nuevo asistiendo a cursos actualizando conocimientos, ésta vez tocó saber más sobre dolor, y como no podía ser de otra manera, tomando como referencia a Arturo Goicoechea, continúo el feroz reciclaje con el objetivo de poder ayudar tanto a mis pacientes así como un aprendizaje apasionante para completarme como profesional. Y todavía lo que me queda…

Realizar una entrada resumen del curso es realmente imposible, ya hay mucho escrito sobre ello, así que «soltaré» unos cuantos conceptos cual índice se tratara, completándolo con entradas en el blog del Dr. Goicoechea, para crear al menos una entrada diferente, donde se encontrarán los conceptos desarrollados en su página. Ya no sólo pensando en vosotros, lectores, sino que me sirve a mí como guía para poder desarrollar así una «buena» clase para mis alumnas/padecientes. Así que allá vamos:

Exploración: vimos cómo una serie de organismos pluricelulares con tubos neurales «simples» desarrollaban el movimiento en busca de seguridad y alimentación (las ascidias), con el objetivo de ver la evolución de los seres vivos con un sistema nervioso consolidado donde cumplían unas funciones mínimas: la exploración, seguridad, alimento, emparejamiento y evitación de daño. Observamos que diferentes individuos de un mismo colectivo (peces) contienen conductas exploratorias mayores comparado con otros, dando como clave la formación alta de dopamina. Ya empezamos a ver que hay unos más «espabilados» que otros, y con el bloqueo de la dopamina el individuo tiende hacia la supervivencia sin esfuerzo. Un ejemplo, en Parkinson, vemos personas con enlentecimiento del movimiento, «apagados» y con tendencia hacia un estado más bien estático… Dolor y movimiento

Acción: diferencia entre movimiento y acción, donde define el movimiento como un suceso físico que puede ir sin intencionalidad (aunque a mi gusto el movimiento siempre tiene un objetivo, no consumiremos energía «de gratis»), mientras que la acción conlleva una conducta con un objetivo, un coste, una probabilidad de éxito y un riesgo. Sin embargo, una acción puede ser la quietud, la decisión de no moverse, la evitación. Entra en juego el sistema recompensa.

Cultura: el ser humano tiene componente social, eso lo sabemos todos, pero no me había planteado hasta ahora como lo relacionamos directamente desde la perspectiva biológica. La cultura tiene componente biológico, nuevos conectomas (sinapsis neurológicas) que se realizan cada dos por tres en el sustrato del cerebro individual, que significa un aprendizaje adquirido que puede ser trasmitido a otro cerebro. Padres que enseñan a sus hijos, maestros, profesionales de la salud… El conocimiento e información corre, posándose en cerebros perceptivos que gracias a la neuroplasticidad, conectan y sedimentan el conocimiento en forma de sinapsis en un cerebro. La suma de ellos, formando redes sociales, ya sea en un mismo momento, o de generación en generación, conforman la cultura. (Iatrogenia cultural)

Aprendizaje nociceptivo: Al nacer, como «tábula rasa» (bueno, rasa del todo tampoco, que ya tenemos algún que otro aprendizaje a mi parecer) tenemos una dependencia total a la culturalización, dependemos de los padres para aprender y establecer nuevos conectomas, nuevas sinapsis trabajadas que nos darán experiencia y funcionalidad. Transmisión directa de la cultura de nuevo, y el dolor no se salva, porque hay relación directa entre dolor, aprendizaje, cultura, conectividad y cerebro. El cerebro es un escolar, un buscador de conocimiento, un científico, un generador compulsivo de hipótesis. El problema no es si aprende o no aprende. Siempre aprende. El problema reside en el qué. Los significados: aprendizaje nociceptivo

Falacia mereológica: el cerebro tiene tendencia a establecer correlaciones directas de causalidad, toma la parte por el todo. Si un hecho B sucede (dolor en rodilla) sigue tras otro A (hoy llueve), corremos el peligro de atribuir causa a la coincidencia, una asociación forzada por falta de información. Damos relevancia al hecho dejando de lado la información escondida, la correlación es diferente a la causalidad. Un ejemplo claro, la reducción del volumen cortical en dolor crónico es una consecuencia, no la causa, por eso hay que dirigir la intervención terapéutica hacia el origen. Hablando de intervención terapéutica, otro ejemplo de correlación y generación de hipótesis sobre coincidencias, el profesional sanitario puede caer en el error del «a mi me funciona», por el hecho de que la mejoría sigue a esa aplicación, ignorando la información oculta. De todas formas, cuando una hipótesis o doctrina contiene una conclusión errónea, no quiere decir que todo el conjunto quede invalidado, Arturo Goicoechea contextualizó la expresión: Cuidado en «No tirar al niño con el agua sucia» (tras su baño). Deducciones, inducciones y abducciones

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Tálamo: bien cabe pensar que si el cerebro constantemente recoge datos para conformar aprendizaje y poder anticipar los sucesos venideros, generando hipótesis probabilísticas (cerebro bayesiano, término que me fascina) que conforman nuestras creencias, expectativas y en definitiva, nuestra cultura. Por tanto, el flujo de información es muy alto y  la necesidad de conformar un filtro de relevancia para seleccionar datos destacados es imprescindible e imperativa, por esos motivos existe el tálamo. La también llamada puerta de la consciencia, y no sólo como una estación de paso de información tal y como lo estudiamos algunos, el tálamo integra inputs ascendentes y descendentes modulando la atención y los contendidos que van a pasar a la conciencia, conformando bucles y capas sensoriales bastante complejos, como por ejemplo el córtico-subcórticotalámico, donde por supuesto y fijándonos en lo que nos atañe, la relevancia del dolor está presente. Lecturas recomendadas: La prensa sensacionalista cerebral: El tálamo. Tálamo, entre las hipótesis y los datos

Pain is in the brain: la afirmación de ésta hipótesis es ciertamente «peligrosa» (y mira que yo ya tengo mi camiseta BrainyMonkey) si hay una sesgada interpretación, ya que si se atribuye exclusivamente la opinión cerebral encaminada hacia la imaginativa de nocividad, puedes estar en el error de tomar a los tejidos como irrelevantes, perdiendo cantidad de información de mucho valor. Mismamente pasa con la afirmación «The tissue is the issue» (el tejido es el problema), sin llegar a tener en cuenta el cerebro. No seamos extremistas, tan importante son los hechos estructurales y funcionales como las expectativas y creencias. Reparación de tejidos y dolor

El YO: Aquí entra en juego una de las partes que me ha hecho cambiar el chip en cuanto a comprensión de todo lo que nos explica Arturo sobre la pedagogía del dolor, el «efecto Ajá» apareció en mi. Muchas veces los pacientes tienen la percepción que cuando se habla de que su cerebro expresa una opinión equivocada sobre el dolor, se lo toman como algo personal, como «insulto» o ataque directo a su integridad como persona. A ver si puedo plasmar lo que capté… Entendí el YO como una proyección cerebral que desarrolla éste órgano como si de una película se tratara, siendo la cámara el cerebro y la película la concepción del YO. Debemos/deben distinguir la diferencia entre el plano del organismo entendido como biológico (la cámara), y el plano más «filosófico»/personal de la vida (la película). El cerebro es diferente al YO consciente, el cerebro es diferente a lo psicológico, no tiene nada que ver. JO! con el YO

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Complicidad: guardando relación con el punto anterior (considerar el error evaluativo de cerebro y el YO como un ataque personal), no necesitamos conflicto entre profesor y padeciente, al revés, tenemos la necesidad de establecer una puesta en común sobre expectativas e hipótesis entre ambos, colaboración en las estrategias que se van a desarrollar, generando complicidad. En ésta entrada vemos como Arturo tiene en cuenta tanto la complicidad, la puesta en común sobre objetivos con los alumnos, el compromiso, la motivación y la atención. Tercer grupo de migraña en pedagogía

Apoptosis vs. Necrosis: Lynn Margulis, bióloga estadounidense, investigó y desarrolló una teoría evolutiva muy interesante sobre las células eucariotas y procariotas, estableciendo como hipótesis la simbiosis entre la bacteria y célula eucariota. Es decir, que la mitocondria o los cloroplastos, en su tiempo, eran basterias independientes que acabaron en simbiosis con otras células. La importancia de todo esto es que en el momento que existe una necrosis, el contenido intracelular se vierte al exterior, hecho que afecta al organismo de forma alarmante. Otro factor a tener en cuenta, es la apoptosis, o muerte celular programada, donde el contenido no es vertido al espacio extracelular, hecho que no es peligroso para el organismo. Simplemente, el desecho queda envuelto con una membrana y llegan los macrófagos y se los comen. Necrosis vs. Apoptosis. ¿Dónde metemos la artrosis? Apoptosis

Sistema NeuroInmune: Curiosamente, el sistema inmune y el nervioso están íntimamente relacionados, de hecho comparten el mismo lenguaje de transmisión de información además de activarse conjuntamente. El inmune gestiona la peligrosidad biológica (controlando señales moleculares de identidad, como la cápsula de un germen) mientras que el nervioso controla y detecta el peligro fisicoquímico a través de la membrana no compatible con la vida (altas temperaturas, estrés mecánico, elementos químicos…). Ambos sistemas tienen nociceptores. La diferencia radica en el aprendizaje de éstos, mientras el inmune contiene memoria evolutiva y congénita, es decir, no valora peligro donde no lo hay sino que se limita a detectar daño celular, el nervioso conlleva un componente congénito y adquirido, donde el adquirido funciona a base de ensayo-error, sometido a errores tanto por defecto (falso negativo) como por exceso (falso positivo). La cuestión está en que en el momento que el nervioso prevé un supuesto daño potencial actuando en función de creencias y expectativas, puede activar todo el Sistema NeuroInmune. Sistema nervioso Congénito y Adquirido

Inflamación: nociceptores entendidos como células vigilantes, detectan señales como relevantes que ponen en marcha respuestas de alerta y reaccionan (como sistema neuroinmune) sensibilizando todo el sistema, aún cuando hay un error evaluativo. Vamos, que el sistema también puede estar «corrupto» (eso me suena a España) dando importancia a algo que no la debería tener. Por tanto se activan procesos de reparación y de defensa, elaborando el mecanismo de la inflamación como primera fase de reparación de tejidos. Ausencia de daño relevante

Nociceptor: Ojo, n0 es una vía aferente sino que va en ambas direcciones. Pum! Impacto que me causó en su momento, deconstruyendo con base biológica la teoría de Ramón y Cajal. En el momento que hay un daño, el nociceptor envía información para el «jefe», pero además genera una respuesta «ipso facto» enviando señales para generar liberación de moduladores (moléculas y vesículas) a la periferia. El dogma de la polarización dinámica de Cajal.

– El cerebro no duele: Otra falacia que hay que derrumbar… por ende, el cerebro tampoco ni oye ni ve, porque entonces la visión y audición se formarían directamente en el ojo o el oído. Que no tenga nociceptores (que no son receptores del dolor, ojo!) no significa que no haya dolor (de hecho la estimulación de la ínsula es dolorosa, cuando en experimentación se le tocó el paciente soltó un Ay!), el dolor lo interpreta el cerebro. Curiosamente Arturo describió el cerebro como una gran interneurona (que por evolución filogenética es lo que es…) y me gustó la idea. Lo mismo que la neuromatrix del dolor o activación de todas esas lucecitas, también hay que señalarla con el dedo como definición, y especificar hacia una neuromatriz de relevancia aversiva. Pensemos en el dolor como una acción premotora (por eso toda esa iluminación cerebral) que establece conductas de evitación o de inactividad y desánimo, dependiendo del cerebro que estudiemos. El cerebro sí duele.

Programas motores: gracias a la evolución hemos adquirido programas motores integrados a nivel genético, como cuando pica se genera la respuesta del rascado (por si hay parásitos, bichitos, etc.). También existen errores evaluativos cerebrales sobre acciones premotoras, como por ejemplo, el síndrome de las piernas inquietas, donde se activa el programas motores durante la noche que llevan a la necesidad de moverse para aliviar el malestar o dolor. La alostasis tiene mucho que ver, puesto que son acciones anticipadas de recursos fisiológicos en el organismo con una información útil que se ganó a través de la experiencia/creencia/cultura acumulada. Un ejemplo ante situaciones de dolor lumbar, acciones premotoras sobre cómo levantarse de una silla, se verán afectadas por el miedo al dolor, y se reclutarán diferentes programas motores dependiendo de la predisposición a la que te vayas a levantar de ella (si voy con miedo, activaré un programa motor de evitación del dolor, si no lo voy, activaré el programa original no compensatorio).   ¡No te rasques!

Muchos conceptos que repasar, voy a ir escribiendo la segunda parte para que haya una lectura más llevadera. Como dije, no es tarea fácil hacer un resumen de todo lo que dice la neurociencia, la biología, y en definitiva Arturo Goicoechea en su curso. Muy intenso, la verdad, donde poco a poco voy asentando nuevos conectomas que modifican mis creencias y expectativas. Próximamente una segunda parte, a continuar estudiando.

Algunos dilemas = decisiones

Algunos dilemas = decisiones FisioAso

Tras ver una de las grandes aportaciones de Pepe Guillart en la web de Fisioterapia Sin Red sobre «red flags» o síntomas que hay que tener en cuenta por presentar contraindicaciones en cuanto a planteamiento de terapia manual, me vienen a la cabeza unos cuantos casos clínicos en los que saltan en resorte todas las banderas y alarmas posibles que existan. Me refiero a esos casos graves que crean «dilemas éticos» en tu interior y debes decidir qué tipo de aportación asistencial tienes que ejercer, con tus objetivos concretos y amoldados a la circunstancia compleja que te toca tratar.

Os pongo en situación:

– Caso 1: Paciente con ELA en estado avanzado, donde la movilidad brilla por su ausencia y a nivel fisioterápico planteas realizar un tratamiento preventivo encaminado a evitar complicaciones serias del inmovilismo, como movilizaciones pasivas de todas las articulaciones y extremidades para evitar retracciones a nivel de partes blandes, estiramientos suaves, evitar futuras deformidades óseas, posibles drenajes linfáticos para reabsorver edemas en partes distales así como estimulación circulatoria para que llegue a esas zonas con poco aporte de oxígeno y evitar la necrosis. Además, siempre teniendo en cuenta la amenaza de las úlceras por presión, típicas del paciente encamado, con la mente puesta en actuaciones educativas para cuidadores, con aquello de cambios posturales (aunque tenga colchón con aire que cambia los puntos de presión), la colocación general del paciente… en resumen, la mal llamada «fisioterapia de mantenimiento». A todo esto, la paciente presenta dolores (está ya con morfina) generalizados, donde aumenta con la movilización de cualquier extremidad, con una fragilidad y sufrimiento que estremece, y hablamos de rangos articulares mínimos y no funcionales (qué funcionalidad tiene si ya casi está inmóvil…), sin olvidar que está en fase muy evolucionada y ya han entrado en acción los paliativos. Todas éstas circunstancias hacen que te plantees realmente tu intervención profesional, si continuar con el «hands on» con todo lo que eso conlleva, un aumento del sufrimiento. Mi solución finalmente, se redujo a un acompañamiento presencial durante la hora de la terapia, donde como mucho acababa drenando los edemas si la paciente me lo permitía y lo toleraba. Pude hablar con médicos de cuidados paliativos, contándoles la situación. Ellos comentaban que hubieran hecho lo mismo, eso me tranquilizó. Finalmente, mi paciente murió, no sin acordarme de esas horas de charla tan fructíferas y que egoístamente me llevo como experiencia. Los libros todavía hacen hincapié en que movilicemos…

– Caso 2: Paciente con Parkinson avanzado, dejó de deambular aunque tolera ligeramente la bipedestación, deterioro cognitivo importante y adormecimiento constante, viene a terapia grupal en la Asociación Parkinson Asturias para recibir estimulación y movimiento con los objetivos que todos ya conocéis, tipo mantener la movilidad, interaccionar con otras personas, estimular tanto el movimiento como la cognición a través de actividades lúdicas y gimnasia, tablas de ejercicios, estiramientos, etc. Pero, ¿hasta qué punto se debe llegar en la estimulación si la paciente casi no responde a ellos, donde el adormecimiento hace mella y el estado cognitivo nos limita muchísimo la tarea?. Se ha hablado y educado a la familia, ya sea con las tomas de medicación para coordinarlas con las terapias, ya sea estableciendo rutinas para evitar «el sueño cambiado», o incidiendo en que la asociación hace todo lo posible para dar una asistencia en las terapias que ella quizás no aproveche. Por tanto nos replanteamos si somos la mejor opción institucional, valorando si derivar a un centro de día, residencia o lo que fuera. La familia se niega a ello. Por tanto, ¿qué intervención terapéutica podemos hacer, teniendo siempre en cuenta el beneficio del resto del grupo? En eso estamos, pero… de vez en cuando aparece una mueca de desaprobación, pudiéndose leer un: «Dejadme en paz, pesados, que tengo sueño y a mi edad uno no está para que le atormenten».

– Caso 3:  De nuevo otro caso de ELA, que debido a la inmovilidad, acumula linfa al final de todas las extremidades, así que tu intervención es drenar y drenar, además de movilizar todas las articulaciones distales del cuerpo, con el afán de evitar esas deformidades tan temidas intentando aportar un acompañamiento digno en cuanto a la persona se refiere. Pero, ¿y si en este proceso aparece dolor? Un dolor articular mecánico que tenga como origen esa maldita linfa sedimentada y quizás con cambio de consistencia importante, densificada en los tejidos, que esté limitando tu movilización, despertando dolor que manifiesta como 7/10. ¿Qué gano con eso realmente? ¿Vale la pena tomar medidas para ese dolor mecánico y continuar movilizando para evitar la deformidad, en caso de que le dé tiempo el reloj por su corta esperanza de vida? Personalmente sigo drenando y movilizando, aunque prestando mucha atención al dolor. Decisiones, decisiones, decisiones…

– Caso 4: Paciente de 6 añitos con diplejia espástica y hemiparesia derecha, donde la evolución de la terapia ha sido favorable (al menos el nivel de satisfacción de los padres es alto, y ha introducido el lado derecho a su esquema corporal además de tener mayor estabilidad con reducción de las caídas en el colegio), observando mucho potencial en su evolución, lo que el pronóstico parece ser esperanzador (subjetivamente) en cuanto a recuperación. Pero tenemos una familia poco implicada, y no por falta de ganas (o si) sino quizás de recursos así como de tiempo como para invertirlo completamente en su niña. (estructura familiar donde ambos trabajan, y muchas horas) Pero el problema no me lo encuentro aquí, mas bien lo vemos en el tipo de educación que ha recibido, que comprensiblemente ha sido más bien permisiva, tolerando conductas en las que me perjudican durante las sesiones de terapia. Durante la intervención terapéutica,  hago que el familiar esté presente en éste caso para que dé un toque de atención si es necesario ya que a mí me «torea» como quiere. Y vosotros diréis, pues ponte rígido… Pero ante la «pasividad educacional» llega un momento en el que todo esto va más allá de la terapia, y se me escapa. Pero realmente el dilema está en… cuando la niña no presta atención ni quiere colaborar (pese a los intentos de variar terapias, juegos, estimulación, etc.) ¿hasta dónde debe llegar el profesional? Decisiones otra vez…

– Caso 5: paciente con Esclerosis Múltiple, encamado ciertas horas del día, interviniendo a nivel fisioterápico en la movilización de extremidades inferiores (por falta de movilidad voluntaria) así como en miembro superior izquierdo espástico. Además, se le trabajaba equilibrio en sedestación y poco a poco iba tolerándola más, reclutando tono en pelvis hasta el hecho de enderezar el tronco y al fin mantener una posición funcional. Conseguimos y mucho, más que nada que las horas de sedestación (3h.) las pasaba en el butacón del salón, con una postura de nuevo tumbado/semiincorporado. Implicación familiar más bien pobre en cuanto a movilizar al paciente, ya que convive con su esposa, una señora de cierta edad que no está para manipular pesos. El problema vino con el cambio de horario, donde coincidía con las horas de sedestación en el butacón, hecho que dificultaba mi tarea enormemente por culpa de esos malditos y enormes reposa-brazos, impidiendo la situación de la logística, el tratamiento que llevaba a cabo. Total, que en pocos días, echó de menos aquella parte importante de la terapia y perdió aquella sedestación activa. Muchas veces, los fisioterapeutas nos vemos limitados por la falta de recursos, material, implicación… que repercuten sobre tu praxis reconstruyendo y replanteando otros objetivos que a priori no tenías en mente.

– Caso 6: por último, quisiera comentaros que dentro de COCEMFE, está la Asociación de Fibromialgia, donde por supuesto también están dentro del «programa mejora» recibiendo fisioterapia en grupo. Me planteo, una vez me forme con el Dr. Arturo Goicoechea en su curso de movimiento y dolor (éste fin de semana 16 y 17 de marzo), realizar un abordaje pedagógico del dolor, ya sabéis, el de explicar qué es el dolor, desmitificar algunas creencias, convicciones, alarmas, copia eferente, cerebros equivocados, sensibilización central… En fin, todo ese conocimiento que me gustaría que las padecientes recibieran de buen grado, pero va a ser que lo tengo muy complicado. Lo primero, porque a nivel social les han reconocido una discapacidad (mayor del 30% para entrar en COCEMFE y su programa mejora), segundo que saltan todo tipo de banderas amarillas con sus problemas biopsicosociales, tercera que habrá resistencias como para dejar de lado la etiqueta de «enferma», cuarta que alguna cobra la mal dicha «invalidez», y quinta… Uf, ¿os parece poco?. Por tanto, me veo en la tesitura de decidir sobre cuál va a ser mi abordaje terapéutico, si continúo con la «escuela de espalda» y su gimnasia con control motor, movilización activa y reeducativa, relajación y control respiratorio… fomentando la valentía ante el movimiento, o iniciar la neuropedagogía del dolor… Veremos.

Son sólo unos pocos ejemplos de mi día a día, manteniendo una actitud lo más racional posible (mi sesera al menos está activa) y buscando lo mejor para mis pacientes, que en mi opinión se lo merecen. Seguramente muchos tendréis respuestas y ésta entrada va dirigida a vosotr@s, reflexionar siempre está bien, y si es entre todos, seguro que las conclusiones serán mucho más ricas. Como veis, los límites del profesional no sólo se encuentran en uno mismo (no he estudiado tal técnica, método o concepto) ni en la formación recibida, sino que también existen los que he ido planteando a lo largo del post, como el dolor, educación, la familia, la sociedad, las malas adaptaciones en la casa, el horario… Así que hay que recordar que atendemos de persona a persona, con sus ventajas y desventajas, teniendo en cuenta todo lo que engloba al paciente (llámalo holístico, que parece un término un poco degradado por su significado otorgando otro más encaminado a un tratamiento individualizado, o biopsicosocial, lo mismo me da), y suena muy típico, pero parece que cuando tratamos al colectivo que sufre alguna discapacidad, cobra mayor sentido.

Gracias por vuestra lectura, y un saludo muy especial a los profesionales de la salud que os dedicáis a dar un poquito más de calidad de vida al colectivo de la discapacidad, sea cual sea vuestro registro.

Sendra+Discapacidad

 

 

Intervención Asistida con Perros

Intervención Asistida con Perros FisioAso

2013-02-23_1361618359Durante el fin de semana 23-24 de febrero, tuve la suerte de asistir al curso que prepararon la Asociación Entrecanes gracias a la implicación de la Asociación Parkinson Asturias, donde nos explicaron básicamente cuál era el abordaje terapéutico y educacional mediante la intervención asistida con animales. Teniendo en cuenta que este tipo de intervención todavía no está reglada en España (qué raro!), se puede caer en el error de establecer por nuestra cuenta una metodología intervencionista poco terapéutica, como llevar un perro de un usuario a un grupo diana y decir que estamos realizando terapia asistida con animales. Realmente esto es un peligro, tanto por parte del perro poco o nada entrenado, produciéndole situaciones de estrés que generen cambios en su conducta (quizás llegue a la agresividad, por qué no), hasta para los usuarios, no llegando a los objetivos terapéuticos planteados causando una primera impresión más bien negativa hacia el animal.

Por eso, se necesita de un equipo multidisciplinar (ya estamos con lo de siempre tanto en salud como en terapias) constituido por terapeutas, educadores, veterinario y guías caninos. El trabajo de estos debe desarrollarse con la máxima adaptación al paciente, y no sólo hablamos de la terapia, sino lo que conlleva ésta juntamente con todo lo que implica la intervención, como la gestión, establecer contacto con empresas de material adaptado, vías comunicativas con otros profesionales de la salud, educación a familiares y/o cuidadores… es decir, como profesionales de la salud ya tenemos experiencia de cuan importante son las circunstancias que rodean a nuestro paciente, así que debemos pensar en equipo para establecer una óptima praxis intervencionista.

Curiosamente, en cuanto nos hablan de terapia con perros, imaginamos al colectivo de personas mayores realizando actividades lúdicas y alguna que otra terapéutica, pero que tal si os planteo que éste grupo multidisciplinar ha trabajado con grupos de personas con cáncer de mama, violencia de género, exclusión social, autismo, Asperger, guarderías e incluso discapacidad… Un panorama bien variopinto, donde hay que «darle al coco» para amoldar bien la estrategia terapéutica, y hablamos de valoraciones, objetivos, terapia y reevaluación.

Ahora bien, ¿por qué hay profesionales que plantean terapias con perros? ¿Qué implica el uso del perro como herramienta terapéutica y cuáles podemos considerar que son sus beneficios? En definitiva, ¿por qué un perro? Os voy a dar varios motivos:

– Lo primero, sociabilidad con el ser humano: no podemos olvidar que nuestros ancestros buscaban animal de compañía, y generación tras generación, el perro fue cada vez más adaptándose a nosotros, estableciendo nuevos roles funcionales de los que nos hemos beneficiado (como perro pastor, cazador, rastreador…). De hecho, existe un estudio en el que se cogieron zorros los cuales se estudiaba su comportamiento, y cuanto más dóciles y tolerantes eran con los humanos, se seleccionaban para su reproducción. Generación tras generación, se observaron cambios en la anatomía del zorro, donde curiosamente cada vez más se parecía a un perro… anodadado me quedo. (Os dejo el documental donde hablan precisamente de ese experimento, en el minuto 3:36)

Adaptabilidad: cuántas veces hemos visto perros disfrazados… menudas tienen que aguantar. Realmente el perro se adapta al entorno de manera fácil y envidiable, de hecho, nos mostraron una actividad que se llevaba al animal al hospital con «peques» que sufren cáncer infantil, y se le disfrazó de médico, por todo aquello de relacionar positivamente la bata blanca. Interesante.

perro-disfrazado-de-ewokAdiestramiento específico: el equipo de adiestradores nos cuentan como seleccionan al perro cachorro y se les enseña día a día para formar un animal de terapia, y el esfuerzo que ello supone. Por tanto, la intervención terapéutica o educadora no es soltar al perro en medio del grupo, y la gente a tocarlo, tiene una preparación específica.

Carácter lúdico: el perro es un elemento no amenazante (al menos esa es la percepción social general), que si lo comparamos con otro tipo de animal que se usa en terapias, los percibimos más «salvajes» (como caballos, delfines, leones marinos, cetrería…). Además, como terapeutas nos interesa que nos etiqueten como «el de los perros, el del juego» (guardería, discapacidad, exclusión social…), ya que asociarnos como algo positivo favorece nuestra intervención, y no el clásico: Buf, ya está el psicólogo de turno para explicarle mis problemas o el fisioterapeuta aburrido que viene a moverme las articulaciones.

– Como fuente de tranquilidad: he visto ya varios estudios (1)(2) que relacionan al perro como fuente de tranquilidad, reduciendo así el estrés, la ansiedad e incluso el dolor, mediante la liberación de substancias endorfínicas u oxitocina (la que establece relaciones íntimas madre-hijo). Se nos ha insistido que no es el solo hecho de ver al perro y mágicamente se traduce en todos estos beneficios, sino que hay que establecer un vínculo con él, y eso se consigue a través del trabajo y día a día.

Herramienta motivacional para el aprendizaje: el perro suele gustar, y mucho, y eso supone una motivación extra para el paciente, que quizás el simple y llano terapeuta no puede conseguir. Recordemos que cuanto más motivación, más atención, más expectativas, mayor aprendizaje. Ahora bien, si al paciente realmente no le gustan los perros, hay que ir olvidándose de este tipo de intervención.

Reforzador de aprendizaje: aquí entra en juego la psicología, tanto del paciente como del animal. El hecho que sea un motivador, (3) que realmente el paciente «pierda el culo» por el perro prestando toda su atención a éste, es capaz de hacer cualquier cosa para que el animal le haga caso, y por tanto, es un reforzador. De eso «se aprovechan» los terapeutas así como los guías caninos, donde poco a poco van elevando las exigencias para que el paciente desarrolle una acción y así el perro refuerce esa conducta positiva.

– Como puente hacia el ser humano: una intervención terapéutica de la que se beneficia el equipo multidisciplinar es que el paciente establece puntes relacionales entre humano-perro-humano, es decir, proyecta estados anímicos, emociones, sensaciones a través del perro para explicar su estado actual, y así podemos captarlo con mayor facilidad. Todo ello con un trabajo detrás y con el vínculo planteado anteriormente. El perro da confianza y el paciente se relaja, eso hay que tenerlo muy en cuenta.

Catalizador emocional: gracias a este puente relacional y la lectura excelente que hacen los animales sobre el estado emocional, podemos intervenir e interpretar a través del animal, ofreciendo terapias reales beneficiosas para el paciente.

Humanización: otro punto que se relaciona con los dos anteriores, muy útil en la proyección de sentimientos y terapia en colectivos como el de abusos sexuales, donde la psicóloga tiene mucho que hacer.

Extrapolar lo vivido a las Actividades de la Vida Diaria: no sirve que haya un aprendizaje durante las intervenciones si esto no se aplica durante la vida diaria, más que nada que caerá en el olvido, así que es interesante establecer prácticas que refuercen tanto conductas como actividades que se desarrollen en el quehacer diario, como elemento reforzador. Por ejemplo, entra en juego el papel de la educadora, en el caso que se quieran establecer buenas rutinas, hábitos de higiene o habilidades sociales en personas con déficits objetivables.

Así que tenemos muchos motivos para la elección del perro y la realización de un buen trabajo terapéutico y educacional, planteando objetivos reales que incluyen rehabilitar, fomentar o trabajar, que al fin y al cabo mejoran la calidad de vida del ser humano. Debemos facilitar herramientas al entorno que rodea al paciente para optimizar toda intervención, formando parte del proceso terapéutico y educacional establecido por los profesionales, como evaluación inicial, fijación de objetivos, planificación de intervenciones, sesión terapéutica, evaluación de objetivos conseguidos, evaluación final y evaluación del programa. Por eso os decía de inicio, que soltar al perro en un grupo de gente a la que queramos rehabilitar o educar, no sirve ni se define como intervención asistida con perros, sino que hay un trabajo detrás elaborado e individualizado, hay que mantener una actitud de «Brain-on».

Durante el curso hicimos unas cuantas dinámicas tanto con el perro como entre nosotros, para visualizar el tipo de trabajo que realizaban. De hecho, tuvimos la fortuna de contar con un niño con síndrome de Asperger, donde vimos la intervención y participamos en ella, enriqueciendo todavía más el curso.

Además, nos presentaron varios casos clínicos y proyectos realizados, donde voy a dedicar unas líneas para explicar cómo trabajaron con un pequeño con PCI (parálisis cerebral infantil).
El hecho es que el «peque» tenía muy poca movilidad, mirada perdida, cabeza girada hacia la izquierda y no mantenía ni la sedestación, además de no hablar ni generar ningún tipo de sonido. La psicóloga (junto con el fisioterapeuta que estaba con el caso) establecieron varios objetivos a corto plazo, centrándose inicialmente en la movilidad activa de brazos, mantener un control cefálico e intentar progresivamente una mayor tolerancia en sedestación. De inicio, la psicóloga trabajó la atención del pequeño, que mayormente se centraba en el perro, así que aprovechó para establecer un buen seguimiento de la mirada, además de la atención, para así establecer vías comunicativas con el niño. Una vez conseguidas, mediante estimulación sensorial (por ejemplo con juguetes que producían sonido cuando se movían, tacto, olores, etc.), cada vez que cumplía una pequeña exigencia de la profesional, premiaba con la atención del perro sobre el pequeño. Así, sucesivamente iba estableciendo pequeños objetivos que el niño iba superando (iniciando con extensión de muñeca, luego elevar ligeramente el brazo, posteriormente elevarlo entero…) lógicamente con un progreso muy lento pero seguro, mostrando una capacidad resiliente asombrosa, inspirada seguramente por el can. Otro factor determinante, fue que el pequeño no aceptaba la «trona» (ya sea por que le causaba dolor por la escoliosis y el mal estado coxofemoral originadas por la posición de decúbito supino constante que evitaban un correcto desarrollo del cuerpo), y una de las maneras que lo hizo fue mediante acondicionamiento positivo, es decir, se estimulaba al perro para que rodeara la trona constantemente, la olfateara, etc. estableciendo así un cambio de percepción en el niño, y ahora algo que detectaba como negativo, lo hacía en positivo. Algo similar hizo para el desarrollo del lenguaje, de inicio el paciente sólo gruñía, poco a poco fue integrando los sonidos, y ahora es capaz de hacer las vocales y alguna que otra consonante. Acojonante. Hablamos de 3 años de evolución desde la puesta en práctica de este proyecto, así que la evolución ha sido lenta, pero seguramente sin ningún estímulo hubiera sido mucho peor, por no decir nada.

En fin, no quisiera añadir mayor contenido en la entrada, que algunos de los lectores las han descrito como muy largas y quizás algo pesadas, así que creo que lo dejaré aquí, pero que sepáis que además de las dinámicas (muy estimulantes) así como la interpretación o señales que nos envían estos animales expertos del lenguaje no verbal, fueron más que interesantes…

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Me llevo buenas sensaciones en este curso, además de ver una forma muy profesional de trabajar, donde en un no muy lejano futuro nos pondremos en contacto de nuevo para establecer un proyecto sobre terapia asistida con perros dirigida hacia pacientes con Parkinson, contando con un servidor como fisioterapeuta. Ya os contaré como se desarrolla la intervención…

Bibliografía:

1.- Impact of animal-assisted therapy for outpatients with fibromyalgia.

2.- Animal-assisted therapy as a pain relief intervention for children.

3.- Developing effective animal-assisted intervention programs involving visiting dogs for institutionalized geriatric patients: a pilot study.

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